¿Qué despierta en nosotros? ¿Qué sombras oscuras de uno mismo salen a la luz cuando nos sentimos despechados, por ejemplo? ¿Dónde está nuestro aprendizaje”
Con todo el respeto, por supuesto, pero a más de uno de nosotros quizás se nos ha escapado…
” ¡Vete a la mierda!, ¡encima!”,” Me haces sentir mal con tu gilipollez”, “Me conectas con una herida profunda de abandono”, “Me he puesto a llorar, me he frustrado, ¡lo dejo!” y un largo etcétera.
Desde mi experiencia, podemos repasar nuestro protocolo de trabajo en relación al motivo de su visita con nosotros, eso nos mantendrá despiertos a otras alternativas y estaría bien considerar la opción de comentarlos con otro compañero del sector por si se nos ha pasado por alto algo, tener otro punto de vista y lo más importante reconocer nuestros límites, ser honesto y si procede derivarlo.
Muchas veces nuestras “EGO-ANSIAS” de repararlo todo pasamos por alto SU PRIORIDAD, y ponemos la nuestra por delante.
Importantísimo no ponerle juicio ni hacia nosotros ni hacia ellos, ser respetuosos en cuanto a sus expectativas de tiempo y resolución.
La persona puede no estar preparada, puede necesitar ir probando y saltando de terapia en terapia para justificar de forma inconsciente que está haciendo algo, o sencillamente decidir que ahora no quiere o no se siente preparado.
Y nuestra respuesta, debería ser: “Cuando lo sientas y estés realmente preparado aquí estaré para acompañarte si lo deseas”.
Sobre todo, desde la psicoaromaterapia he podido observar que, aunque de forma amorosa que es como lo hacen los aceites esenciales, la reacción ha sido de huida inconsciente, respuestas como…
¨No me hacen efecto”, “Es lento, no tengo paciencia”, “No noto nada, en el fondo ya lo sabía antes de empezar”, “Perdí el stick que me diste”, “No tengo ni diez minutos para mí”, “Siempre me pasa igual, me siento peor” y otro largo etcétera.
→ Conoce más a África María Cañizares Ruiz visitando su perfil.